Aunque las peleas están bien coreografiadas y el elenco joven aporta carisma, la historia no impacta. Un spin-off entretenido pero irrelevante, que funciona más como homenaje que como legado. Jackie Chan y Ralph Macchio por fin se encuentran en una misma cinta, pero “Karate Kid: Leyendas” se queda en una fórmula nostálgica sin verdadera fuerza.
Aunque las peleas están bien coreografiadas y el elenco joven aporta carisma, la historia no impacta. Un spin-off entretenido pero irrelevante, que funciona más como homenaje que como legado.
Jackie Chan y Ralph Macchio por fin se encuentran en una misma cinta, pero “Karate Kid: Leyendas” se queda en una fórmula nostálgica sin verdadera fuerza.
El regreso de Karate Kid parecía prometedor. La unión de Jackie Chan y Ralph Macchio por fin en una misma película era, sin duda, un sueño para los fans de varias generaciones. Sin embargo, Karate Kid: Leyendas se queda más en la categoría de pretexto nostálgico que en la de legado renovado.
El filme funciona como puente entre estilos, épocas y públicos, pero carece de una narrativa verdaderamente contundente. Ben Wang interpreta a Li Fong, un joven experto en kung fu que inicia una nueva vida en Nueva York, enfrentando conflictos familiares y culturales. Aunque su arco tiene potencial y el actor transmite carisma, la historia en sí es predecible y con poco peso emocional real.
Chan y Macchio son encantadores por naturaleza, y verlos compartir escena tiene un valor simbólico que cualquier fan agradece. Pero más allá de ese factor emocional, sus roles son breves y no aportan tanto como deberían a la trama. Parecen estar más para generar expectativa que para mover la historia con fuerza propia.
Eso sí, las coreografías están bien resueltas. Las escenas de combate tienen una ejecución limpia, con estilo tradicional y sin abuso de efectos digitales, lo cual se agradece. La pelea final es probablemente lo más memorable de toda la película.
El elenco joven es funcional. Wang tiene futuro, Sadie Stanley suma simpatía, y Joshua Jackson sorprende con su presencia. Lamentablemente, el antagonista cae en clichés —el bully despiadado de siempre— y personajes como el de Ming-Na Wen están subutilizados, lo que deja una sensación de oportunidades desaprovechadas.
Karate Kid: Leyendas no es una mala película, pero es olvidable, salvo por el fan service bien calculado. Tiene buenos valores, algo de corazón, pero carece del alma y originalidad que definieron a la saga original. En lugar de una evolución real, se siente como una pausa entre spin-offs. Ideal para un domingo familiar, pero no más allá.
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