Nunca había jugado un Doom antes, su enfoque en primera persona me había alejado, pero Doom: The Dark Ages me calló hizo ver qué equivocado estaba. Historia brutal, combate visceral y mecánicas nuevas me atraparon por completo. Es medieval, oscuro y pesadísimo… y aún así logra sentirse moderno y fresco. Una brutal carta de presentación.
Nunca había jugado un Doom antes, su enfoque en primera persona me había alejado, pero Doom: The Dark Ages me calló hizo ver qué equivocado estaba.
Historia brutal, combate visceral y mecánicas nuevas me atraparon por completo. Es medieval, oscuro y pesadísimo… y aún así logra sentirse moderno y fresco. Una brutal carta de presentación.
Confieso que nunca había tocado un Doom. Ni el clásico de los 90, ni los reboots recientes. Siempre pensé que era una franquicia para fans de la vieja escuela, más enfocada en la nostalgia y nunca he sido fan del género shooter en primera persona.
Pero Doom: The Dark Ages me atrapó como pocas cosas lo han hecho este año. Ahora entiendo por qué esta saga tiene un lugar tan especial en la historia del gaming.
DOOM: THE DARK AGES – UNA BRUTAL INICIACIÓN A UNA LEYENDA DEL GAMING
Desde el primer segundo, este Dark Ages grita personalidad. Lejos del sci-fi moderno y de los entornos tecnológicos de entregas anteriores, aquí estamos en un mundo medieval envuelto en oscuridad, con castillos, dragones mecánicos y demonios de proporciones bíblicas.
Con todo lo anterior, el juego tiene un estilo propio que mezcla muchas cosas, y lo mejor no se siente anticuado jamás. Todo lo contrario: es un juego con dirección de arte impecable, sonidos que estremecen y un ritmo de juego que me mantuvo al borde del asiento.
Lo primero que me sorprendió fue la historia. No esperaba mucho (me habían dicho que Doom nunca fue sobre narrativa), pero aquí se toma su tiempo para contar el origen del Slayer. Entre cinemáticas bien dirigidas y una mitología que mezcla fantasía oscura con tecnología demoníaca, The Dark Ages logra lo impensable: hacerme interesar en su lore sin quitarme las ganas de disparar.
Y hablando de disparos… ¡qué locura! Este no es un shooter cualquiera. Aquí hay estrategia, peso en cada movimiento, y un diseño de combate que exige que pienses antes de apretar el gatillo. Uno de los mayores aciertos del juego es el Shield Saw, un escudo con sierra circular que puedes lanzar como un búmeran o usar para bloquear ataques. Es tan satisfactorio que muchas veces me olvidaba de las armas de fuego.
Pero si eres de los que juegan por las armas, no te preocupes: Doom: The Dark Ages tiene un arsenal alucinante. Desde lanzadores de cráneos hasta rifles de púas, cada arma tiene un propósito claro y la posibilidad de ser mejorada con oro o rubíes escondidos en niveles.
Me encantó que no necesitas cambiar constantemente entre armas según el enemigo; puedes jugar con tu estilo y aún así sobrevivir (o morir brutalmente intentando).
Otro cambio que me pareció genial fue el ritmo. En vez de la velocidad vertiginosa de Doom Eternal, aquí todo es más pesado, más táctico. Te sientes como un tanque medieval, avanzando lentamente pero con una fuerza devastadora.
Al principio me costó adaptarme, pero en cuanto entendí el flow, se volvió adictivo. El combate es como una danza macabra entre parrys, lanzamientos de escudo, ejecuciones, y explosiones sangrientas. Una delicia.
Además, el juego no teme cambiar las reglas del juego cada tanto. En un momento estás luchando en catacumbas, al siguiente estás manejando un mecha de 30 pisos destrozando fortalezas, y más tarde montas un dragón mecánico para atacar fortalezas voladoras.
Todo esto suena absurdo… y lo es. Pero es el tipo de absurdo que funciona. Que emociona. Que hace que grites “¡¿qué demonios está pasando?!” con una sonrisa.
Los 22 niveles del juego están llenos de secretos, caminos alternos, y recompensas que realmente valen la pena. Si eres explorador, vas a amar volver a los niveles anteriores para descubrir todo lo que se te escapó.
Si eres más directo (como yo), te vas a maravillar con la intensidad de cada encuentro. Hay enemigos nuevos, jefes con mecánicas únicas, y momentos de tensión que no ves venir.
Y sí, tiene sus momentos exagerados, casi ridículos. La historia a veces parece escrita por un fan del metal con acceso ilimitado a arte de portadas de álbumes. Pero eso es parte del encanto. Es un juego que no se toma tan en serio a sí mismo, pero que al mismo tiempo lo da todo para ofrecerte una experiencia completa, intensa y estilizada.
Otro detalle que me sorprendió fue el sistema de progresión. El juego premia tus habilidades con mejoras reales. ¿Quieres que tu escudo se recargue más rápido? Busca oro y altars. ¿Quieres nuevas variantes para tus armas? Cumple retos y explora. Todo lo que haces tiene un propósito, y eso hace que cada partida sea significativa.
Por mi parte lo jugué en Xbox, primero en el modo de Cloud Gaming y debo decirles que es impresionante la respuesta y la casi inexistente sensación de lag o retraso que este modo ofrece.
Luego de descargarlo para el Series X, les debo decir que técnicamente es impresionante, las sensaciones y los visuales al disparar o lanzar el escudo son simplemente deliciosas. La música (como era de esperarse) es una sinfonía infernal de riffs y tambores de guerra que te impulsan a seguir masacrando sin piedad.
The Dark Ages me convirtió en fan de la saga y ahora estoy probando los demás disponibles en Game Pass. Es una carta de amor brutal, sangrienta y muy divertida al legado de una franquicia legendaria.
Si tú, como yo, nunca habías jugado un Doom, esta es la mejor manera de empezar. Agárrate, porque lo que sigue es una caída libre al infierno… y vas a disfrutar cada segundo.
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