Microsoft impulsa una renovación en sus requisitos para Windows 11, enfocándose en el rendimiento y la seguridad. La compañía revisa sus políticas de compatibilidad, orientando a los fabricantes hacia hardware moderno. Este importante cambio destaca la apuesta tecnológica para un futuro digital robusto, sin afectar las instalaciones actuales de sus leales usuarios en todo momento.
Microsoft impulsa una renovación en sus requisitos para Windows 11, enfocándose en el rendimiento y la seguridad. La compañía revisa sus políticas de compatibilidad, orientando a los fabricantes hacia hardware moderno. Este importante cambio destaca la apuesta tecnológica para un futuro digital robusto, sin afectar las instalaciones actuales de sus leales usuarios en todo momento.
Microsoft está apostando por el futuro y deja claro que los nuevos dispositivos deben contar con tecnología actualizada. La compañía ha establecido que, para poder instalar Windows 11 en equipos nuevos, no se podrán utilizar CPUs Intel fabricadas antes de 2021.
Esta medida, dirigida a los fabricantes (OEM), responde a la necesidad de asegurar un rendimiento óptimo y altos niveles de seguridad. Si bien los usuarios que ya tienen Windows 11 en equipos con procesadores anteriores no se verán afectados, aquellos que quieran adquirir un dispositivo nuevo deberán apostar por hardware moderno.
La medida se enmarca en un escenario en el que Windows 10 seguirá recibiendo soporte hasta 2028, pero el futuro ya pertenece a quienes apuestan por la tecnología de vanguardia.
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