Una propuesta visualmente épica que honra a Tolkien pero se queda corta en profundidad narrativa. El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim, narra el enfrentamiento entre el reino de Rohan y los Dunlendings. Es, sin duda, una propuesta ambiciosa y arriesgada, presentada en formato anime bajo la producción de Warner Bros. y
Una propuesta visualmente épica que honra a Tolkien pero se queda corta en profundidad narrativa.

El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim, narra el enfrentamiento entre el reino de Rohan y los Dunlendings. Es, sin duda, una propuesta ambiciosa y arriesgada, presentada en formato anime bajo la producción de Warner Bros. y la dirección de Kenji Kamiyama.
La historia transcurre 200 años antes de la Guerra del Anillo, sigue al legendario rey de Rohan, Helm Hammerhand, y sobre todo a su hija Hera. El reino de Rohan se encuentra bajo amenaza del ejército de los Dunlendings, liderados por Wulf.
La batalla entre las dos casas da lugar a acontecimientos cruciales, como el ascenso de Helm como uno de los líderes más importantes de los Señores de los Caballos, y la creación de la leyenda del Abismo de Helm, una fortaleza que posteriormente se convertiría en un símbolo de resistencia dentro del universo creado por J.R.R. Tolkien.

La película, si bien, se toma sus libertades dentro del Legendarium creado por Tolkien, retoma elementos y esbozos presentados en los Ápendices hechos por el escritor, en donde abordó de forma poco detallada, la historia tanto de Rohan, como del Rey Hel Mano de Hierro y que a través de esta cinta animada busca explorar temas como la traición, el sacrificio y la responsabilidad del liderazgo.
Dirigida por Kenji Kamiyama (Eden of East, Star Wars Visions, Ghost in the Shell: Sac 2045), un veterano en la industria del anime, la película nos presenta como protagonista a Hera, la hija de Helm. Hera lucha por lo que quiere, en lugar de conformarse con lo que otros esperan de ella, siguiendo un patrón narrativo que puede resultar predecible: la princesa fuerte que desafía las expectativas. Aunque esta premisa no es mala, la trama carece de elementos innovadores y tiende a caer en lo cliché.
A pesar de ello, Hera logra convertirse en un personaje entrañable, se preocupa por el bienestar de su gente más allá del reino, y demuestra habilidades notables en combate y equitación desde temprana edad, lo que la hace destacar en la historia.

Sobre los personajes:
En el caso de Hera, se le presenta como una princesa libre y audaz, con un carácter que recuerda mucho al de Mérida de Brave. Aunque Hera tiene un gran potencial como personaje, carece de un desarrollo o un aprendizaje sustancial a lo largo de la película, lo que limita su impacto en la trama.
Por otro lado, tenemos a Wulf, cuyo principal motor es la venganza. Es un personaje que pasó de ser un niño bondadoso a alguien consumido por el odio y el rencor. Sin embargo, la película no profundiza en los detalles o experiencias que lo llevaron a convertirse en esta figura vengativa, lo que deja al personaje con una motivación poco justificada.

Los personajes secundarios también tienen sus momentos destacados. Por ejemplo, el rey Helm se presenta como una figura trágica, cuya lucha por salvar a su reino lo lleva a una amarga soledad. Su evolución es notable, especialmente cuando deja de lado su orgullo por el bien de su pueblo. Otro personaje interesante es la escudera, cuya lealtad hacia Hera y su fortaleza la convierten en un símbolo de empoderamiento.
La película tiene un ritmo lento, especialmente al inicio, y presenta escenas que resultan prescindibles o irrelevantes. Además, deja varios cabos sueltos, como la relación entre Hera y Wulf, o el trasfondo de las escuderas de Rohan. Estos elementos parecen estar diseñados para dar pie a futuras secuelas o precuelas, pero lamentablemente no terminan de ofrecer una estructura coherente en esta entrega.

Sobre la Animación
Lo más destacado del filme es, sin duda, la animación, que aporta un tono oscuro y serio, reflejando a la perfección el carácter sombrío y bélico de los eventos. Este estilo visual evoca producciones de anime de alto nivel y, al mismo tiempo, logra capturar el espíritu épico y majestuoso propio de la obra de Tolkien. La película construye una atmósfera de gran escala, con batallas impresionantes y una rica construcción del mundo, elementos que cumplen las expectativas de los fans de las adaptaciones.
En cuanto a las escenas de combate, la animación brilla por su dinamismo y fluidez. Las batallas están llenas de energía, con efectos visuales que realzan la intensidad de los enfrentamientos y los momentos cruciales de la narrativa. Un aspecto particularmente interesante es la combinación de estilos de animación: el uso de técnicas 3D se percibe en la ambientación y los escenarios, mientras que en otros momentos sobresale la animación 2D y métodos más tradicionales. Esto permite destacar ciertos elementos narrativos, especialmente los personajes, añadiendo una capa de profundidad visual y variedad artística que enriquece la experiencia.

La animacion, siendo el principal foco del formato, carece en ocasiones de fluidez en los movimientos, pasando todo el presupuesto a los backgrounds.
El estilo visual de la película evoca influencias claras de Berserk y Shingeki no Kyojin, especialmente en los momentos de acción con tintes bélicos, mientras que, por otro lado, recuerda a Violet Evergarden tanto en la paleta emocional que transmite —soledad, arrepentimiento y esperanza— como en su exquisito apartado visual.
En el aspecto sonoro, la película cumple con creces. La actuación de Brian Cox como Helm destaca por su fuerza y profundidad, acompañada por la interpretación sólida de Gaia Wise en el papel de Hera. Sin embargo, quien realmente sobresale es Miranda Otto, quien retoma su papel como Éowyn de las adaptaciones de El Señor de los Anillos de Peter Jackson.

Este elemento se potencia aún más con la música, que incorpora temas icónicos de Edoras y los Jinetes de Rohan, orquestados magistralmente por Howard Shore, lo que refuerza la conexión emocional con las películas originales.
En general, es una película que apenas cumple, destacando principalmente por su animación y su respeto hacia el mundo creado por Tolkien, así como por el legado cinematográfico de Peter Jackson. Sin embargo, lo hace de manera justa. Afortunadamente, no es necesario haber visto las entregas anteriores para comprender esta nueva historia. La narrativa, sencilla y accesible, guía al espectador sin complicaciones, lo que la hace apta tanto para nuevos públicos como para seguidores veteranos. Además, aunque el formato anime podría haber generado escepticismo, se maneja de forma adecuada y respeta la esencia de las producciones previas.
Esta película se convierte en una experiencia que flaquea al no contar con el sustento literario de Tolkien y que queda lejos de ofrecer la experiencia cinematográfica que se vivió al inicio de la década del 2000.
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